
Aviso: esta crónica puede contener algún spoiler
Cuenta la leyenda que cada 5 de diciembre San Nicolás llega con su barco y junto a sus ayudantes, para repartir golosinas a los niños. En esta película de Dick Maas (Amsterdammed) vemos una versión muy diferente del personaje. Según esta versión, cada 32 años y coincidiendo con el 5 de diciembre, un San Nicolás carnicero y sus ayudantes despiertan para secuestrar a niños y asesinar sin compasión.
Bajo la apariencia de película de terror adolescente/slasher, el director nos explica la historia de un policía, Goert, apartado del servicio por su fama de paranoico, que vive obsesionado porque de joven, a los 12 años, fue testigo de la matanza de su familia y, por extensión, de todo su pueblo, a manos de un San Nicolás asesino acompañado de sus ayudantes, los Black Peters. A éste policía se le une un chico de 17 años, Frank, a quién persigue la policía como sospechoso de los asesinatos que se están produciendo en la ciudad ( ¡¡¿?!! ) La película está protagonizada por Huub Stapd en el papel de San Nicolás; Egbert Jan Weeber como Frank, el chico protagonista; Bert Lupper como el policía Goert; Caro Lenssen como Lisa y Escha Tamihata como Sophie.
Ésta cinta viene precedida de una campaña de propaganda donde nos aseguran que si nos gustó Rare Exports: A Christmas Tale, película ganadora del año pasado en el Festival Sitges, ésta sigue su estela, presentándonos una figura de las fiestas navideñas, como es San Nicolás, bajo el aspecto de asesino sanguinario, que cada 32 años viene desde España (¿?) con su barco para llevarse a los niños y no duda a matar a todo aquél que se interponga en su camino.
Y es cierto que ambas películas comparten una misma idea, pero aquí acaban las coincidencias. Rare Exports: A Christmas Tale sorprendía por su originalidad, con un grupo de actores solvente donde destaca el niño protagonista, y el conjunto nos daba una película muy entretenida. Mientras que Saint hace agua por todas partes: tiene un guión más bien flojo en el que mezcla elementos de películas de adolescentes con elementos de terror inlcuyendo todos los tópicos conocidos. Está llena de diálogos y situaciones absurdas, como por ejemplo el clímax del film que incluye el barco de los niños secuestrados y unos bidones de gasolina, o la última escena en el hospital, todo ello trufado con abundante sangre y vísceras.
Las interpretaciones son mediocres, no sé si por culpa del guión o porque los actores no daban para más: el personaje del policía paranoico roza el absurdo, y está un tanto sobreactuado; el chico protagonista no tiene carisma y más bien parece que todo le sea indiferente, hasta que se encuentra en medio del lio claro; las chicas tienen el papel que tienen todas las chicas en estas películas y San Nicolás se pasa todo el film montado en su caballo y corriendo arriba y abajo con sus ayudantes matando gente. De hecho, no me pude quitar de la cabeza la sensación de estar viendo una película de los años 80 de serie B, pues parece una copia de cualquier película slasher de la época, muy efectista pero que al final te deja indiferente y sabes que en muy poco tiempo la habrás olvidado. Creo que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a ver una cinta de terror adolescente europea.
Para mí, sin duda ha sido la gran decepción de esta edición del Festival de Sitges.
Tiene su propio blog sobre cine y series: Aquesta és la meva opinió. Co-directora del podcast Atmósfera Cero.