No es País para viejos no es una película que pueda dejarte indiferente, quizás no sea la obra maestra que algunas críticas han proclamado, pero desde luego es un must see casi obligado.
No es solo un retrato de la América profunda, del alma oscura, de los trapos sucios de un país que se considera a sí mismo una gran nación; es un retrato de la violencia que hoy impera en nuestras vidas: la vemos cada día, convivimos con ella, comemos con ella y dormimos, a pesar de ella.
Lewelyn Moss (Josh Brolin) es un excombatiente de Vietnam que pasa el tiempo cazando en el desierto de Texas. Un día Moss encuentra dos camionetas rodeadas de cadáveres y un cargamento de droga. También encuentra un maletín con dos millones de dólares. Es evidente lo que allí ha ocurrido, pero Moss decide quedarse con el dinero. Al hacerlo, dará pie a una despiadada persecución por parte de aquellos que pretenden recuperarlo, entre ellos Anton Chisgurn ( Javier Bardem) , un asesino psicópata carente de escrúpulos. Tras ambos, el Sheriff Bell (Tommy Lee Jones), un veterano agente de la ley que pretende encontrar a Moss y al dinero antes de que lo haga Chigurn.
Estos tres personajes son un contrapunto los unos de los otros, un triángulo casi perfecto. El Sheriff Bell es un hombre bueno, honesto y con fuertes valores; se hizo agente de la ley porque creía en un mundo mejor, representa el bien. Sin embargo, ha vivido mucho y ha visto demasiado. Sabe que los buenos no siempre ganan, de hecho pierden más veces de las que triunfan, y esto le ha hecho desarrollar fuerte sentido crítico y un agudo cinismo. Bell ve como todo aquello en lo que una vez creyó se desmorona ante sus ojos, se siente perdido, viejo y cansado.
Chisgurn representa todo lo contrario; la crueldad, la falta de escrúpulos, la violencia. Representa el mal absoluto. Es un ser frío y totalmente desarraigado, lo cual le convierte en un individuo realmente peligroso. No es casual que ejecute a sus víctimas de la manera en que lo hace, como si fueran reses, para él no son personas, son solo inconvenientes, obstáculos en su camino.
Moss se haya a medio camino entre ambos, es la «zona gris». No es un mal hombre, pero intuimos que no ha tenido una vida fácil, lo cual le ha dotado de una moral «flexible». Moss sabe que de nada sirve sentarse a esperar a que las cosas cambien y que las oportunidades sólo se presentan una vez en la vida. Por eso, cuando se le presenta esta posibilidad de cambiar su vida en forma de dos millones de dólares, no lo piensa dos veces; la toma.
Los tres personajes por tanto, se complementan y se equilibran entre sí como digo. Sin embargo, me pareció que Chisgurn y Moss tenían algunos rasgos en común. Ambos son muy inteligentes, serenos y tenaces y ambos se hallan cejados en su empeño; Moss de conservar el dinero y Chisgurn de recuperarlo; la única diferencia es que Chisgurn no piensa detenerse ante nada ni nadie para lograr su objetivo. Gran parte de la película transcurre en una especie de duelo de astucia entre estos dos personajes, jugando a un juego del gato y el ratón bastante sofisticado. Este duelo acaba resolviéndose de manera abrupta y anticlimática en un golpe de efecto intencionado de los hermanos Coen que contribuyen a dejar una sensación del mal cuerpo en el espectador.

A nivel interpretativo nos hallamos ante un auténtico trío de ases; Tommy Lee Jones, Brolin y Bardem, están magníficos, cada uno en su papel. Tommy Lee Jones aporta esa veteranía que le va tan bien a su personaje y le dota de una autenticidad admirable y esa forma de hablar (apreciable solo en la versión original) tan cerrada, tan arrastrando las palabras, muy propia de Texas, es simplemente espectacular. A Brolin le han sentado bien los años, tanto físicamente (su rostro aniñado a dejado paso a una madurez bien llevada) como interpretativamente. Aunque el personaje de Brolin es un hombre parco en palabras, sus gestos, su actitud, sus reacciones y su forma de moverse transmiten mucho de su trasfondo, de esa vida cuyos detalles desconocemos pero que claramente intuimos.
Javier Bardem, simplemente, llena la pantalla. Consigue dotar de un fuerte carisma a ese psicópata despiadado que es Chigurn; esa voz cavernosa, ese rictus impasible, esa sonrisa que es más bien una mueca desagradable que consigue erizarte todos los pelos de la nuca… provoca tensión nada más aparecer en el plano y la sensación reaparece cada vez que lo hace su personaje y no nos abandona ni siquiera cuando hemos abandonado la sala de cine. Desde luego merece todos los premios que ha recibido, y los que estén por llegar, también.
En definitiva, me ha parecido una gran película, no la obra maestra que señalan algunos como os decía antes, pero si una película muy, muy recomedable; por el retrato que hace de la sociedad americana y de violencia actual, y sobretodo por su mensaje: siempre se pude escoger el camino de la no violencia, la cuestión es, querer.
Aficionada al cine fantástico y de terror.
Creadora y coordinadora del blog Fantascine y codirectora del podcast sobre cine fantástico, ciencia ficción y terror Atmósfera Cero.
Buff… Pues esa forma de hablar tan espectacular de Tommy Lee Jones hizo que no me enterara de casi nada de lo que dijo en toda la película, sólo la última palabra de cada frase!!
Ahora bien, coincido en casi todo lo que comentas sobre la película, no la consideraría redonda, pero hay que verla.
Tienes razón Dick! en cuanto empezó a hablar (que además es al principio de la peli), se me salieron los ojos de las órbitas y pensé madrededios! :D, pero luego le fuí cogiendo el gustillo…
Por cierto, como va ese nuevo proyecto tuyo? tengo ganas de echarle el ojo ;)