Un grupo de amigos se reúne para pasar unos días en el campo después de 20 años sin verse. Ya la primera noche, con unas copas (y algunas otras sustancias) de más, estallan los primeros conflictos: surgen a la luz los celos, las envidias, antiguas rencillas aún no olvidadas… pero no es lo único que estalla; un estraño brillo ilumina el cielo acompañado de un ruido ensordecedor. Pronto descubriran que no hay electricidad y que tampoco pueden abrir sus coches ni usar sus móviles. A la mañana siguiente uno de ellos ha desaparecido…
A partir de aquí, las cosas van cuesta bajo, y no me refiero únicamente al argumento de la película.
Cuando uno coge a un grupo de personajes y los coloca en medio de una situación apocalíptica o de posible fin del mundo y de la humanidad, lo que se espera son dos cosas: o bien ese planteamiento apocalítiptico es solo una excusa, una incógnita que nunca se llegará a resolver y que sirve para plantear una reflexión sobre la naturaleza humana y el instinto de supervivencia; o bien ese planteamiento deriva hacia una historia repleta de acción el la cual los personajes luchan por sobrevivir a la par que intentan despejar esa incógnita que antes mencionaba.
Jorge Torregrossa no hace ni una cosa ni otra; ofreciéndonos una historia a medio gas en la que se apuntan conflictos que nunca llegan a estallar y se plantean situaciones que apenas hacen reaccionar a unos personajes hieráticos y desprovistos de interés.
Con ese planteamiento es imposible empatizar con ninguno de los protagonistas ni con nada de lo que les sucede. Los personajes van desapareciedo y con ellos cualquier interés del espectador por esta película.
Valoración: floja, muy floja.
Aficionada al cine fantástico y de terror.
Creadora y coordinadora del blog Fantascine y codirectora del podcast sobre cine fantástico, ciencia ficción y terror Atmósfera Cero.