
Snowpiercer, o Rompehielos como se ha titulado aquí en España, por fin ha sido estrenada en nuestro país, tras una larga espera desde que se estrenara en Corea del Sur en agosto del 2013. El estreno, aunque esperado, se hace en a penas 16 salas en todo el país, lo que supone una auténtica pena, pues es un film que merece mucho más.
La película, que supone la adaptación del comic francés Le Transperceneige de Jacques Lob y Jean-Marc Rochette, cuenta con una sinopsis de lo más interesante: Un fallido experimento para solucionar el calentamiento global acabó con la mayoría de vida existente en el planeta. El último tren, llamado Snowpiercer, se mueve en círculos por el mundo con un motor en perpetuo movimiento, a través de un desierto de hielo y nieve. los últimos supervivientes de la Tierra se amontonan en sus vagones, divididos entre clase explotada y la clase poderosa. Curtis, el líder de la sección de cola, decidirá cambiar el estado de las cosas.
En Snowpiercer, Boong Joo-ho ( The Host ) nos lleva a un mundo apocalíptico, en que a penas un puñado de seres humanos, se ven obligados a convivir en un mismo espacio, y en que la separación de clases esta muy marcada, como vemos en detalles como las ropas o los alimentos, o el hecho que la clase inferior, que se apelotona en los vagones de cola en un ambiente misero, han sido reducidos a mera mano de obra, incluyendo a los niños, cosa que da lugar a algunas escenas realmente perturbadoras.
La película tiene mucha acción, casi se podría decir que la parte central es como un video juego, en el que los habitantes de la cola tienen que ir avanzando vagón a vagón, con el objetivo de llegar hasta el principio, y poder tomar el control. Pero también tiene momentos en que esa acción se para, y los personajes, a través de conversaciones, nos van explicando como se ha podido llegar hasta ese punto, y todas las penurias que han tenido que pasar. Y es en esos momentos, cuando la película se convierte en algo más allá de una simple cinta de acción, y se convierte en una reflexión sobre la naturaleza humana y hasta que punto se puede llegar para asegurarse la supervivencia.
Artísticamente hablando, Snowpiercer cuenta con un reparto más que solvente, con Chris Evans como protagonista líder de la rebelión, en un papel muy alejado de su Capitán America, el siempre excelente John Hurt, Tilda Swinton, que casi está irreconocible bajo el maquillaje y que saca adelante un papel que podría caer fácilmente en el histrionismo, Octavia Spencer, Jamie Bell y otro actor por el cual siempre he tenido especial simpatía, Ed Harris. Como curiosidad, los dos protagonistas de The Host de Boong Joo-ho, Kang-ho Song y Ah-sung Ko, también tienen un papel en esta película.
En el apartado técnico, la película es espectacular, sobretodo en los planos desde fuera del tren, pero también está muy bien cuidada toda la estética, desde la miseria de los últimos vagones a la opulencia de los primeros, y Boong Joo-ho nos regala escenas tan espectaculares como la lucha entre rebeldes y militares, dentro de un vagón a oscuras. Irónicamente, el tren acaba siendo un mero plató para la acción que se desarrolla, y a parte de los planos exteriores y los momentos en que se paran a explorar algún vagón, el interés está más centrado en los personajes y en la historia, cosa que creo que favorece el interés de la película mucho más.
En definitiva, Snowpiercer es una gran película, con un trasfondo muy interesante, que sabe combinar la acción y la pausa para que no nos aburramos en ningún momento, en que esta acción no es porque sí, sino un medio para llegar a unas revelaciones que son a la vez sorprendentes y perturbadoras, y que a pesar del tono oscuro de toda la película, siempre, al final descubriremos la respuesta a la pregunta ¿Hay una luz al final del túnel? Aunque sólo se haya estrenado en 16 salas, si tenéis la oportunidad de verla, no la desaprovechéis, porque merece ser vista en pantalla grande.
Tiene su propio blog sobre cine y series: Aquesta és la meva opinió. Co-directora del podcast Atmósfera Cero.